Seguro que nuestros mayores han leído y oído algún verso de la Santa de Ávila y por eso la tienen como modelo.
No es extraño encontrar en esta sociedad, alérgica a lo espiritual, detractores que la ven como “desequilibrada”. Veamos una interpretación psicológica de una de sus obras predilectas: “El Castillo Interior”.
En el nivel psíquico (acción directa del alma), las tendencias universalizantes de la razón llegan a su madurez en la experiencia directa de un Yo común a todos los seres, anterior e interior y que está mas allá de la materia, vida y mente.
Este Yo superior es también una Verdad mas alta en una amplia Comunidad, porque el Alma y el Espíritu se reconocen en una unión anterior a toda manifestación. Teresa de Jesús llama a su alma “pequeña mariposa” y habla de siete moradas o estadios de crecimiento:
Los tres primeros tienen que ver con el ego y la mente ordinarios, “no regenerados” en el mundo manifestado del pensamiento y los sentidos.
En la primera morada, (donde se inicia la búsqueda de la humildad), el ego está aún enamorado de las criaturas y las comodidades que hay fuera del castillo y debe comenzar una larga disciplina para volverse hacia dentro.
En la segunda morada ( se inicia la práctica de la oración), el estudio intelectual, el ejemplo edificante y las buenas compañías reafirman el deseo y la capacidad de interiorizarse sin dispersarse en distracciones externas.
En la tercera morada (Mansión de la Vida Ejemplar), la disciplina y la ética se asientan firmemente como cimiento de todo lo que vendrá (algo muy parecido a la noción budista de sila o disciplina moral que es el cimiento de dhyana o meditación y prajna o intuición espiritual).
Todos estos son desarrollos naturales o personales (estadios 4, 5 y 6 de la psicología transpersonal si se desarrollan hasta su fase de madurez).
En la cuarta morada, una gracia sobrenatural (o transpersonal) entra en escena a través de la Plegaria de Recogimiento y la Plegaria de la Quietud (que Teresa diferencia a través de sus efectos corporales).
En ambas se calman y ralentizan las facultades orientadas a lo externo, (memoria, pensamiento y sentidos) y hay una apertura a espacios internos mas profundos con sus “gracias” correlativas a las que Teresa llama, en este estadio, “consuelos espirituales” (consuelan al Yo pero aún no lo transcienden).
Conforme el alma emerge, y retoma el control, nos vamos dando cuenta de que “Dios está dentro de nosotros”.
En la quinta morada, a través de la Plegaria de Unión, tienen lugar “los esponsales espirituales”.
Aquí se produce una transformación significativa al cesar las experiencias personales y entrar en una absorción pura donde el Yo saborea su unión primordial con Dios.
(Teresa lo llama “Espíritu Increado”):… “porque mientras el alma está en este estado, no puede ver ni oír, ni entender pero cuando vuelve en sí no puede dudar de que Dios ha estado en ella y ella en Dios”. (la oruga se transforma en mariposa)…
…el alma no concibe como ha podido merecer tal bendición”…
En la sexta morada, el alma y el Espíritu, “se ven”. Hay varios tipos de absorción que duran un día o varios (en la quinta morada duraban media hora máximo).
Aquí, el alma, parece incapaz de entender nada que no despierte la voluntad de amar; a esto está plenamente despierta pero dormida a todos los apegos…
Aparecen las iluminaciones internas, los raptos, los sonidos y visiones sutiles.
Son revelaciones sin palabras (transverbales). También hay dolor en la soledad de un alma “suspendida en lo alto, incapaz de descansar en la Tierra ni de ascender al Cielo”.
Conforme el Alma se limpia, Dios la Une a Sí Mismo.
Todo esto culmina en la séptima morada (verdaderas bodas espirituales).
Una vez que esta unión ha sido realizada, parece obvio, según Teresa, que no podamos encontrar “la puerta” a través de la cual ha ocurrido (en la sexta morada, se pasaba “a través de las puertas de los sentidos y las facultades mentales”).
Teresa hace un trabajo psicológico brillante al distinguir las agonías del alma en estos niveles superiores de los problemas emocionales, de los estadios 1, 2 y 3,, ( corporal, mágico y mítico).
Un ejemplo: diferencia tres tipos de “voces internas”: las de la imaginación o fantasía que puede ser alucinatoria o enfermiza. Las verbales que pueden representar verdadera o falsa sabiduría y las transverbales que suponen una percepción interna directa.
Diferencia arquetipos (patrones creativos) del nivel 8 de los mitos propios del nivel 3,… etc,.
¿Y la pequeña mariposa?, ¿qué ha pasado con ella?…
El Alma, después de atravesar estos dominios psíquicos y sutiles, “muere” como ser separado porque… “es aquí- dice suavemente- donde con la mayor alegría descubre que Cristo es su Vida”…
¿Representan los místicos, no el pasado, sino el futuro de la Humanidad?. Gracias a Dios, nuestros mayores han creído inocentemente estas Verdades.
BIBLIOGRAFÍA:
Sexo, psicología y espiritualidad Ken Wilber Kairós
Obras completas Santa Teresa de Jesús