LOS AÑOS DAN EXPERIENCIA: Biofilia. El síndrome de crecimiento

B i o f i l i a:    El síndrome de crecimiento

 

Todos sabemos que las personas mayores continúan mejorando mediante los diferentes programas estandarizados y que para ello se precisa una valoración previa a partir de la cual se definen objetivos específicos y actividades concretas.

 

En artículos anteriores hemos visto quince indicadores de la personalidad madura, las cuatro necesidades básicas, el despertar del alma y el mundo de los valores así como un esquema práctico del desarrollo evolutivo con tres partes comunes a la naturaleza animal (uróboros, mágica y mítica), tres partes específicas de la naturaleza humana (racional, existencial, intuitiva) y tres gradaciones superiores o potenciales por las que ya han pasado determinados santos y profetas (alma, sutil, causal). Conocer los diferentes tipos de amor nos ha servido para percibir que su práctica se aprende en “la actividad de vivir”.

 

Es el momento de diferenciar “placer” de “gozo”. Solo la transformación progresiva del primero en el segundo (o la emergencia del segundo desde el primero) permite que la conciencia evolucione sin extravíos. Es el camino de la biofilia (el amor a la Vida).

 

 

 

PLACERES:

 

La persona se identifica exclusivamente con su cuerpo, emociones y mente.

Esta identificación exclusivista produce inseguridad (¿complejo de inferioridad?) que se padece o simplemente se niega. En este nivel, cada placer supone el alivio de una tensión penosa fruto del sentimiento de un estado de escasez que mantiene la ansiedad

 

La Naturaleza toda experimenta placer basada en los contactos sensoriales y rudimentarias emociones. En el hombre, las perversiones, son fruto de nuestro intento por  “regresar a la naturaleza” para perpetuar el placer, esclavizando a las capacidades superiores que van emergiendo. Por eso es importante conocer siempre los motivos de nuestros estados de ánimo como único medio de ganar libertad y no extraviar la conciencia

 

Fisicoquímicos;   hambre, sed, sueño y sexo, (obtenida la saciabilidad, el cuerpo se relaja)

 

Gratificaciones lúdicas;  se experimenta la Vida como un simple juego

 

Estados de ansiedad;  cuando nos anclamos en los deseos de poder, fama, riqueza… y aparecen manifestaciones como la bulimia, anorexia, sexualidad compulsiva y polimórfica, somnolencia neurótica (con fijación prioritaria en el cuerpo), odio, celos, envidia (fijación en los estados anímicos y mentales dependientes de nuestra orientación del carácter y nuestro tipo de vida).

 

 

GOZOS:

 

La persona se va identificando con su alma (mundo de los valores) y por tanto diferencia cada vez mas entre medios (corporal y psíquico)  y fines (¿para qué se hacen las cosas?) diferenciando entre su YO ACTUAL y su YO IDEAL.

 

 En este nivel se experimenta un sentido de abundancia que permite, mediante la actividad productiva, realizar una apertura hacia estados de ánimo serenos, más independientes de las circunstancias exteriores y que van acercando a lo que en su extremo mas alejado sería la felicidad buscada.

 

Cuando se buscan fines humanos, los medios son mas agradables.

 

La serenidad es fruto del esfuerzo y del dolor aceptados. No busca el premio, sino la virtud por sí misma.

 

El cerebro humano ya tiene al menos una zona diferenciada (ubicada en la región septal) donde se experimenta el gozo (el interés intelectual por una tarea, no coincide con zonas de apetitos o placeres como la sexualidad  o el hambre. El científico Heath, lo ha observado a través de registros encefalográficos donde sin recompensas externas, la persona parece estar  cada vez “mas viva”).

 

En el gozo, “el ser” es mas importante que “el tener”. Se hace preciso observar determinadas reglas de conducta (códigos morales bien estructurados en las tradiciones espirituales).

 

Para gozar hay que superar esa manera de vernos “desde afuera, como un envoltorio” (yo soy guapo, agradable…tengo tal virtud…) pues de esta manera nuestro “yo” es como “una cosa que llevo por la vida” y perdemos el sentirnos sujetos de nuestra propia experiencia.

 

Así, la persona BIÓFILA…

  • Prefiere construir, integrar, unir, crecer y nacer. Ve malo lo que sirve a la muerte
  • Realiza un esfuerzo moral, fortaleciendo la parte de sí misma amante de la vida
  • Siente disgusto y extrañeza cuando capta su lado patológico y busca el arrepentimiento y la entrega disminuyendo la posesividad
  • Influye en los demás a través de la razón y el amor
  • Evita la amenaza, enseña con el ejemplo y su elaborado sentido de justicia va unido a la libertad y el cariño
  • Confía en sí mismo y sabe que nadie puede vivir por él
  • Está presente donde uno esta y le gusta compartir
  • Es inocente pero no ingenuo
  • Acepta sus limitaciones, es disciplinado y acepta la realidad
  • Desarrolla la imaginación para prever las dificultades y evitar lo desagradable
  • Sabe que continuamente se enfrenta a la necesidad de desarrollarse o destruirse
  • Busca el sentido de la Vida a través de la productividad y no es rebelde ante las religiones que representan “su yo desconocido”.

 

 

Descubriendo esta dicotomía, podemos reconocer felizmente que las personas mayores, por el hecho de no poder satisfacer determinados placeres, no están incapacitadas para gozar de la Existencia.

Quienes han desarrollado una vida personal, familiar, laboral y social productiva, han podido acceder a los niveles donde el gozo fluye de los buenos hábitos ejercitados.

A veces “proyectamos nuestras ansias de placer en ellos” y como consecuencia caemos en la autocompasión, en lugar de interpretar su ejemplo diario como un logro y ciertas pérdidas como un paso hacia la liberación progresiva de lo superfluo.

 

 

BIBLIOGRAFÍA :

 

Valoración del paciente anciano         Rosalía A. Kane

El corazón del hombre                        Erich Fromm                         Fondo de Cultura Económica

Del Ser al tener                                       “         “                               Paidós,   Barcelona

Budismo Zen y Psicoanálisis                  “         “   y D:T: Suzuki     Fondo de Cultura Económica

 

Próximo capítulo: N e c r o f i l i a, el síndrome de decadencia

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